Personalmente tengo poquísima relación con el concepto y práctica sobre el archivo. Mi relación con la danza es totalmente viva, sensorial, objetual y performativa. Por tanto, me es complejo dar alguna noción de mi proceder archivístico, que como digo es muy incipiente y básico.

Siempre he considerado a la obra en sí como la verdadera acción que traspasa, archiva y contiene.

Las palabras que de la obra en construcción van surgiendo han sido el umbral para traspasar las ideas que en la oscuridad de la gestación van alumbrando sutilmente los procesos, es una suerte de captura la que hago para dar cuenta de lo inasible que es el momento en que las decisiones y los movimientos conllevan una serie de decisiones.

La creación en la danza, para mí, se va alimentando en gran medida por la intensidad.

Mis orígenes han sido el impulso y la carencia, ver surgir algo de la nada y comprender que esa nada al mismo tiempo no existe han sido el soporte casi ideológico para establecer los relatos ficcionales de algunas piezas de danza, las más acertadas como expresión puramente estético-temporales han sido pocas.